1-Ir a una librería tomará no menos de 2 horas.
Es una verdad indiscutuble. Para un lector, entrar en una librería es como ingresar a un pequeño (o gran) paraíso terrenal.
Desde el momento en el que pone un pie en el umbral del edificio, el
mundo queda desfasado y lo único que cobra relevancia es la cantidad de
títulos disponibles, el precio de los mismos y la posibilidad de
adquirirlos o por lo menos hojear unos cuantos. El
tiempo que toma hacer lo anterior no es poco y quienes se han atrevido a
acompañar a un lector a las librerías o bibliotecas, pueden dar fe de
ello.
Todo
el proceso llevado a cabo por el amante de los libros podría ser
rápido, pero éste no lo ve de esa manera ¿Por qué? Porque el tiempo no
existe en ese lugar. Son sólo los libros y él. Quienes viven cerca de
ellos notan a menudo que se pierde entre las páginas aún cuando no está
leyendo, sólo observando las letras, los márgenes, la tipografía o
simplemente la portada. Procesando información y soñando despierto.
Posiblemente
y al final de la visita, el lector no salga con libros en la mano por
cuestiones económicas o indecisión. Pero es seguro que lleve ya en mente
algunas decenas de títulos que tendrá pendientes por leer, varios
autores por investigar y una cifra que alcanzar con ahorros para la
próxima visita.
Realmente lo anterior no toma menos de 2 horas. Pero claro, los amigos y familiares ya lo saben o deberían de saber.
2-Mencionar la palabra "libro" frente a ellos, dará pie a largas conversaciones literarias.
No
necesariamente tiene que ser libro, también puede ser el título, los
personajes, el autor o inclusive una adaptación cinematográfica.
Pronunciando cualquiera de ellos el lector lo sentirá como una clara
invitación para conversar y compartir opiniones, aunque no sea esa
precisamente la intención del comentario inicial.
Para
el lector, hablar sobre estos temas forma parte de un interesante
proceso social en el que comparte abiertamente sus experiencias,
opiniones y formas de pensar. Es un punto en el que está dispuesto a
entablar diálogos y aceptar el intercambio de mentalidades
independientemente de si van o no de acuerdo a las suyas.
Siempre ven en esas conversaciones una oportunidad para compartir, hacer nuevos amigos y crecer en varios sentidos.
Consideran
que los libros y lo que conllevan, son por excelencia grandes opciones
para dialogar. Algunas personas ajenas a la lectura lo saben y por eso
esquivan las palabras clave tratando de evitarse el discurso. Pero la
mayoría disfruta hablando con un lector, porque sencillamente disfruta
haciéndolo, porque enseña, apasiona e inspira.
3-En fechas especiales, siempre estarán esperando un libro como obsequio.
Pueden
regalar tecnología en general, ropa, accesorios, videojuegos, etc. Pero
independientemente de ello, un lector siempre estará esperando un libro
como obsequio. Él supone que aquellos que se toman el tiempo para
regalarle algo, le concen y por consiguiente tienen claro que con un
libro pueden hacerlo inmensamente feliz.
Los
lectores no son complicados. Basta sólo con preguntarle sobre sus
géneros, autores o títulos para tener una referencia clara de lo que
pueden obsequiar. Los libros, en comparación con algunos regalos, son
bastante económicos.
Por desgracia, también están dentro de la categoría "subestimados". Pero, para un verdadero lector no.
4-Cuando están leyendo, casi nada puede sacarlos de su mundo.
Casi nada, aclaro. Cuando el
lector se sumerge dentro de una historia (y más cuando le gusta
demasiado), se desprende del exterior para enfocar toda su energía y
atención en lo que está haciendo, que es: leer. Su concentración, así
como la imaginación y el mismo cuerpo, están sintonizados con la lectura
que tiene entre manos. Difícilmente interrumpen esa conexión por
estímulos externos sin mucha relevancia. Concen el entorno que les rodea
y se han adaptado a las circunstancias.
Quienes conviven diariamente con
ellos saben que es señal de respeto (y que valoran mucho) el que les
brinden tiempo para leer sin interrupciones. Cuando se introducen en el
libro, casi nada puede sacarlos de él.
5-Hay que esperar hasta que se termine la página.
Aquellos
que los rodean nunca creen la frase "5 minutos más", "Ya merito", "Una
página más". Porque si fuera por el lector, terminara el libro o lo
continuara hasta que llegara el final. Pero en ocasiones esto no puede
ser posible, y las lecturas se pausan hasta que se presenta la
oportunidad nuevamente.
Lo
mejor es esperar hasta que termine la página que está leyendo y pedirle
un poco de su tiempo para tratar el asunto pendiente. El lector lo
entiende y aprecia.
Quienes no conocen a los apasionados lectores, siguen creyendo que en 5 minutos se desocuparán.
6-Los cambios drásticos de humor durante la lectura son frecuentes y deben ser comprendidos.
Una
buena historia, ágiles cambios de ritmo, realismo en los protagonistas y
una gran habilidad para causar la empatía del lector pueden lograr que
éste se involucre tanto con el libro que llegue a sentir como suyo cada
acontecimiento de la historia. Llorar, reír o molestarse entre página y
página es bastante normal. No hay que alarmarse, y eso muchos ya lo
saben. Por eso los dejan ser y no interrumpen mientras se da.
Los lectores son bastante sensibles cuando se trata de libros y su grado de empatía se acrecenta con cada nueva página cambiada.
7-Tener un café literario, una biblioteca y un club de lectura cerca, son parte de sus sueños más grandes.
Posiblemente
es el sueño de muchos, pero más el de los lectores. Un sitio en dónde
poder encontrar las historias que tanto te gustan, un lugar para
descubrir nuevas aventuras, hacer amistades eternas o abrir los ojos a
un nuevo mundo.
Compartir
un café o copa de vino con un postre y ese excelente tomo que le
prestaron. Sentirse como en casa, sentirse dentro y fuera de la
historia. Disfrutar de los olores, sabores, de las páginas, las
cubiertas, los personajes, la gente.
Si
le preguntas a un lector y éste no te responde alguno de los tres, no
es porque no lo haya pensado, es porque secretamente siempre estarán en
los primeros lugares. Es así de simple, así de maravilloso. Su felicidad
no es tan difícil de conseguir.
8-Tienen formas diferentes de pensar porque andan mucho y saben mucho sobre casi todo lo que leen.
De
cada nuevo libro, personaje, frase o autor, toman lo más relevante,
aquello que les parece importante y lo procesan para posteriormente
aplicarlo a su vida. Siempre están abiertos a nuvas posibilidades, no se
conforman con un sí o no. Buscan más allá de lo dicho, porque los
libros le han enseñado que eso debe hacerse y que los límites sólo
existen en la mente, una mente que ya ha sido privada de barreras.
Un
lector no dice todo lo que piensa, pero por lo general piensa todo lo
que dice. Porque lo ha aprendido, es autodidacta en cierta manera y
disfruta siéndolo. Los libros han sido sus mejores amigos, sus
vehículos, los mapas y sus destinos.
Han andando, han sabido y siguen buscando.
9-No hay forma de cambiarlos.
Hay
dos maneras para convertirse en lector. En un lector del que hemos
hablado durante todo el artículo. La primera es, naciendo. A veces
suceden cosas extrañas, que no podemos explicar y que son realmente
fascinantes. Nacer siendo un lector es una de ellas, el amor por los
libros se siente desde antes de conocerlos. Las historias de mamá antes
de dormir, los sueños despiertos o dormidos o el anhelo de un algo más.
La segunda es hacerse, por un buen libro, un amigo, casualidades de la vida o simplemente por meta propia.
El
punto es que, una vez lector, jamás desertor. Los libros tienen esa
magia, ese poder, ese todo para atrapar y mantener cautivo. Uno nunca
quiere escapar y es lo que los hace tan maravillosos. Alternar realidad o
fantasía, aunque se llega a un punto en el que la línea aparenta
desaparecer.
El
lector, nunca deja de serlo. No puede cambiar, tal vez aparente
hacerlo. Pero si un día se cruza con una librería o un ejemplar viejo
llega a sus manos; sabrás que no puede dejarlos por su mirada, la
ansiedad y necesidad de hojearlo, olerlo y finalmente, disfrutar de la
historia.
10-Saben que padecen Bibliofilia.
Un
verdadero lector presenta todos los puntos anteriores. Cuando eso
sucede, puede usarse una palabra para describirlo sin muchos preámbulos,
es un "bibliófilo". Una persona que siente gran amor por los libros. No hay más qué decir sobre ello.
Las
personas que los rodean como familiares o amigos, saben o deberían
saber que lo son que no hay nada que pueda cambiarlos. Saben que deben
comprenderlos y disfrutarlos tal cual se presentan.
Informacion tomada de Librosintinta
GENAIL! y muy cierto xD
ResponderEliminarPalabras completamente ciertas.
ResponderEliminarSer lector es todo un arte, pero ser acompañante de un lector y aceptarlo tan cual es, es algo incluso mucho mayor de admirar.
Desgraciadamente, yo aún no conozco a ese tipo de personas. Soy una lectora incomprendida.
Ha sido un gustazo encontrarme con éste espacio tan chuli. Besis.